¿Pampita: Santa del Perdón o Estratega del Espectáculo?

¿Pampita: Santa del Perdón o Estratega del Espectáculo?

Por años, Ana Carolina Ardohain, mejor conocida como Pampita, ha sido mucho más que una cara bonita en la televisión argentina.

Modelo de pasarela, reina del prime time y dueña de una sonrisa tan perfecta como su habilidad para resurgir de cada escándalo, Pampita ha sabido construir un imperio mediático donde ella es tanto la heroína como la mártir.

Pero, detrás de esa fachada impecable, surge la pregunta: ¿Es realmente la persona magnánima y espiritual que asegura ser, o estamos ante una estrategia consumada, capaz de transformar el drama en oportunidad?

 

El arte de perdonar (o fingir que se perdona)

Uno de los pilares de la narrativa de Pampita es su capacidad para perdonar.

Su historia está marcada por relaciones turbulentas que, en cualquier otra persona, podrían haber sido el guion de un culebrón venezolano.

Su matrimonio con Benjamín Vicuña terminó con un escándalo digno de portada cuando la famosa “China” Suárez apareció en escena.

¿Recuerdan la infame escena del motorhome? Pampita, fiel a su estilo, abrazó el papel de víctima con la elegancia de una actriz nominada al Oscar.

Sin embargo, años después, asegura haber perdonado a Vicuña e, incluso, a la propia Suárez. ¿Un acto de madurez emocional o una jugada estratégica para mantener su imagen pública intacta?

Porque, somos sinceros, el perdón siempre vende bien en televisión. Nada captura más audiencia que la frase: "Estoy en paz con todos".

 

¿Perdón genuino o manual de relaciones públicas?

En sus entrevistas, Pampita habla del "poder del perdón" como quien recita un mantra aprendido en un retiro espiritual de lujo.

Pero cuando revisamos los detalles, no todo parece tan puro. En lugar de un verdadero olvido, sus actos de “perdón” parecen más bien un ejercicio de control narrativo.

Perdonar a Vicuña le permitió quedarse con la aureola de buena madre y exesposa madura, mientras la otra parte seguía lidiando con los titulares de infidelidad.

Su relación con Pico Mónaco tampoco estuvo exenta de polémicas.

Tras su separación, ambos aseguraron que todo había terminado en buenos términos, pero los rumores de celos y conflictos siguen siendo un eco que Pampita no puede apagar del todo.

¿Será que el perdón siempre llega con una cláusula de confidencialidad?

 

De mártir a maestra de la estrategia

El mayor talento de Pampita no es posar para las cámaras ni desfilar en pasarelas; es controlar la narrativa de su vida.

Si el público ve a una mujer fuerte y resiliente, no es por accidente.

Cada lágrima derramada en un programa de televisión, cada sonrisa en las redes sociales y cada entrevista donde asegura que está en paz con el universo forman parte de un guion perfectamente calculado.

¿Es esto algo malo?

Depende de cómo lo veamos. Pampita ha demostrado que es una sobreviviente en un mundo de tiburones mediáticos, pero sería ingenuo pensar que todo lo que muestra es 100% genuino.

Como buena estratega, sabe cuándo jugar la carta de la víctima, cuándo mostrarse como una madre ejemplar y, por supuesto, cuándo desplegar su arsenal de perdones públicos.

 

El veredicto

¿Es Pampita tan buena como quiere hacernos creer? probablemente no.

Pero tampoco es completamente hipócrita.

En un mundo donde la imagen lo es todo, ella ha aprendido a usar el escándalo como trampolín y el perdón como moneda de cambio.

Al final del día, Pampita no es una santa ni una villana: es una mujer que ha convertido su vida en un reality show donde siempre tiene la última palabra.

¿La perdonamos por eso? Bueno, si Pampita puede perdonar a sus ex, ¿por qué no habríamos de hacerlo nosotros? 😉

(esto es solo una opinión)

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